martes, 7 de mayo de 2013

LA ESCULTURA BARROCA ESPAÑOLA: LA IMAGINERÍA ESPAÑOLA

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La escultura barroca española. La imaginería española: Fernández y Montañés.

Uno de los capítulos más originales del arte español del siglo XVII lo ofrece la escultura, cuyo sorprendente realismo resulta, a veces, abrumador, habiendo servido así para alimentar esa imaginación romántica que veía en España un país de expresionismo tremebundo , fanático y morboso de escenas cruentas.
La escultura barroca española se manifiesta principalmente en imágenes religiosas que responden al espíritu de la Contrarreforma.
Tiene dos focos principales: Castilla y Andalucía.
El término “imaginería” desde el punto de vista meramente plástico, se usó para referirse a las imágenes exentas, las que habían abandonado su marco arquitectónico habitual precisamente para poder salir en procesión. Ahora bien, si la defensa del culto era compartida también con la pintura, la escultura era mucho más popular y reflejaba ciertas ventajas al respecto de acercamiento al pueblo:
  1. porque estas imágenes esculpidas estaban también policromadas, disfrutando de las ventajas de las dos artes y alcanzando el máximo realismo.
  2. porqué cumplían más eficazmente su labor ilustrativa, ya que podían ser paseadas y exhibidas desde cualquier punto de vista
  3. porque cumplían con el gusto barroco por las celebraciones multitudinarias o festivas.
Rasgos:
Temática. Siguiendo el espíritu de la Contrarreforma, la escultura barroca es básicamente religiosa. También existe escultura profana vinculada al mundo de la Corte.
Las imágenes, los retablos y los pasos procesionales, grupo de esculturas que representan una escena de la Pasión de Cristo, son las principales tipologías de la escultura barroca.
La Iglesia será el principal cliente de los artistas, junto con gremios y cofradías.
El material empleado para estas esculturas es principalmente la madera policromada. A menudo en los ropajes o en las figuras se aplicaron dos técnicas:
  1. el estofado, consistente en cubrir la superficie de la estatua con láminas de oro antes de policromarla, lo que proporciona una gran luminosidad a al figura
  2. y las encarnaciones, es decir, pintar la figura simulando la carne y alcanzando con esto grandes calidades; esta labor generalmente se adjudicaba a pintores profesionales.
Para conseguir mayor realismo pronto se añaden postizos, piel animal, cabellos humanos, córneas de cristal…


La escuela castellana. Gregorio Fernández.

La escultura castellana de la primera mitad del siglo XVII es profundamente realista y dramática, hasta el punto de mostrar figuras desagarradas que reflejan el dolor a flor de piel, con el objetivo de conmover al espectador.
Gregorio Fernández (1576-1636), autor de retablos, imágenes sueltas y pasos procesionales.
Su obra se caracteriza por el modelado apasionado de los volúmenes, las posturas tensas y los rostros expresivos y en ocasiones, extremadamente dramáticos. También es propio de sus obras religiosas la abundante sangre que mana de las heridas.
Su formación y antecedentes entroncan con la tradición de la escultura renacentista castellana (Juan de Juni) que la relacionan con modelos del norte de Europa (Juni, Birgany)
Felipe Birgany


Juan de Juni













El bautismo de Cristo”, 1630, en este queda claramente definido su estilo, con un perfecto tratamiento anatómico de los cuerpos. Las figuras de Jesús y San Juan son prácticamente de bulto redondo, consiguiendo integrar en el mismo espacio pintura y escultura. A pesar de su realismo acusado en toda su obra esta escultura es un paréntesis clásico por el exquisito modelado anatómico, la búsqueda de una composición equilibrada y centrada y un tema carente de los tintes trágicos que este autor solía representar.
La Piedad”, 1616, grupo escultórico, su estructura piramidal está descentrada, los pliegues rugosos dibujan claroscuros que contribuyen al dramatismo de la escena, sumado a la importancia de los rostros y de los gestos que rompen el estatismo







La escuela andaluza.
La escuela andaluza se caracteriza por ser más sosegada y más serena que la castellana, buscando la belleza antes que el dramatismo. Tiene dos focos principales en Sevilla y Granada
En Sevilla destacó la figura de Juan Martinez Montañés ( 1568-1649), cuya variada obra abarca la producción de retablos, como el de Santiponce, donde combina relieves y esculturas de bulto redondo. También es significativa la producción de figuras aisladas, como el Cristo de la Clemencia ( 1603) un crucificado vivo de bello y sereno rostro y de perfecto modelado , que emociona sin recurrir a lo trágico.
De todos los discípulos de Martniez Montañés, el más notable fue el cordobés Juan de Mesa, cuya obra destaca por el dramatismo y el fuerte patetismo de sus imágenes, como sus famosos crucificados, de expresivos rostros y estudiada anatomía . Su obra más popular el es Jesús del gran Poder , cuyo sufrimiento queda reflejado en el envejecido y desgarrado rostro.


El pleno barroco
En la segunda mitad del siglo XVII, la influencia del a escultura de Bernini llega a España y las formas adquieren más movimiento y una expresión más intensa. Esta tendencia tiene como principales centro Andalucía y Levante.
En Andalucía destacará la labro de Pedro Roldán y su hija Luisa Roldán , la roldana. Por cuestiones de tiempo y cercanía trabajaremos aquí con más profundidad el foco levantino en el que destacaremos la escultura de Salzilo en murcia y de Nicolas de Bussy en Elche
la escultura del Levate español se maniefiesta plenamente a finales de siglo, gracias al contacto que se mantiene con Italia y la llegada de muchos artistas extanjerso , como le alemán Nicolas Bussy, formado en Italia y autor del  

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